A Monika le diagnosticaron esclerosis múltiple (EM) hace 18 años. Deprimida y tumbada en la cama sin poder moverse, Monika luchó poco a poco por recuperarse. "Nunca podía ir a ningún sitio de forma espontánea, así que me quedé en casa. Durante 10 años, viví con una incontinencia que no podía controlar".
Tras desarrollar incontinencia, el neurólogo de Monika le colocó una "sonda vesical suprapúbica" (un tubo a través del abdomen). Esto le hizo perder su sentimiento de feminidad, y nunca salía sin saber dónde estaba el baño más cercano. Por ejemplo, si iba al teatro, Monika no podía concentrarse en la obra porque pensaba en cuanto faltaba para el siguiente intermedio, en cuando podría ir al baño. Siempre llevaba ropa extra por si tenía un accidente. Su vida social era cada vez más limitada. 10 años después de su diagnóstico, Monika empezó a utilizar el cateterismo intermitente y recuperó su sensación de feminidad.
En 2007, Monika se inyectó bótox en la pared de la vejiga para ayudar a controlar su incontinencia. Ahora asesora a personas a las que se les acaba de diagnosticar EM sobre cómo vivir con la enfermedad.